Entrevista de Marta Caballero de El Cultural (Diario El Mundo)

Muchas veces el espacio disponible para los artículos provoca que se pierdan preguntas interesantes y respuestas pormenorizadas. Por eso cuelgo aquí la entrevista completa que realizó Marta Caballero del suplemento El Cultural de El Mundo con motivo de la publicación en España de Mezclados y agitados (DeBolsillo, Barcelona, 2012).


Marta Caballero: ¿Hasta qué punto crees que la literatura es deudora del alcohol?
Antonio Jiménez Morato: No creo que la literatura sea deudora del alcohol, si uno lee el libro comprobará que muchos textos han nacido, sí, de épicas borracheras y de estados alterados, quizás la literatura de Lowry sea el ejemplo más contundente al respecto, o la de Faulkner. La cita idónea para esta cuestión sería la de Hemingway, que tanto se recuerda al hablar de estos asuntos: Escribe borracho, corrige sobrio. La idea es que la creación necesita libertad y la embriaguez, a veces, puede ofrecer la desinhibición necesaria para que esa libertad tenga lugar. Porque la libertad es un espacio, no es un estado. Pero no me gustaría que se lea el libro como una apología del alcohol en la creación literaria en particular y artística en general. Precisamente en el libro hay autores que no beben nunca. La idea era más generar un enfoque distinto al habitual para hablar de literatura. Un punto de vista más festivo y desenfadado, donde se ponga el acento en lo que tiene la experiencia literaria de divertido y socavador frente al discurso más adocenado y solemne que solemos escuchar.

MC: ¿Qué cóctel habla mejor de qué escritor?
AJM: No entiendo muy bien esta pregunta, eso debo advertirlo de inicio. Aún así ensayaré una respuesta. La mayoría de los escritores no saben de cócteles. Suelen pedir siempre lo mismo: un whisky, un vodka, un ron, una ginebra. Y las combinaciones más comunes. Nada más alejado de esa idea de sofisticación que ofrece la coctelería que un escritor al uso, más cercano a cualquier profesional de los oficios manuales que, tras una jornada de duro y esforzado trabajo eminentemente físico se relaja con un poco de alcohol en la barra de un bar. El escritor es así en la mayoría de los casos. Lo que sucede, por otro lado, es que en el mundo literario y los encuentros que se generan a su alrededor (presentaciones, fiestas, entregas de galardones, etc.) la presencia del alcohol es constante. Pero no creo que haya un alcohol o un cóctel más adecuado que otro, o uno que calce especialmente con un autor. Además, en la variedad está el gusto, seamos promiscuos y experimentemos tantos cócteles como lecturas o escrituras...

MC: Consideras que el volumen es una fiesta y me imagino que, en cuanto a tal, te reservas el derecho de admisión. ¿Se te ha quedado mucha gente fuera? ¿Por qué, de entre toda la historia de la literatura, has elegido a estos y no a otros autores?
AJM: No, no me lo reservo. No me gusta, de hecho, la idea de fiesta al uso. Ya sabes, muchedumbres alocadas, música a todo volumen y demás. Si alguien piensa en esas macrofiestas y la relaciona con mi libro, mal negocio. No, en esta fiesta no hay aforos ni se necesita seguridad, no hay concecjales implicados por acción u omisión ni ofrece negocio alguno para los más taimados. Tampoco es la fiesta de Hemingway, esa "fiesta portátil" con la que bautizó sus memorias parisinas (que en España, como sucede en tantas ocasiones, se tradujo de modo inexplicable como "Paris era una fiesta"). No, cuando yo hablo de fiesta me refiero a una fiesta íntima, tan privada que requiere tan sólo de una persona, y es la que se produce cuando alguien abre un libro y se entrega a él. A muchos podrá parecerles una fiesta anodina, pero es porque saben poco de ella. Es por eso que las campañas de promoción de la lectura me parecen muy hipócritas, porque le quieren vender a la masa no lectora la idea de que leer es agradable y en realidad a la gente no le gusta que el que esté al lado lea, porque está en una fiesta a la que él no ha sido invitado, se aisla de lo que tiene alrededor porque está disfrutando ahí, a veces incluso formándose o transformándose -que es lo que el poder teme más, el hecho de que en estas fiestas uno se libera de verdad- y eso no gusta. La mejor campaña de promoción de la lectura sería prohibirla, porque la convertirían en una de esas macrofiestas con aforo sobrepasado a las que la gente desea ir, una macrofiesta hecha de multitud de fiestas pequeñitas. Por eso no la prohiben, la promocionan, para que a la gente no le resulte atractiva y no la practiquen. 

MC: ¿Con cuál de ellos te beberías un trago más gustosamente y por qué?
AJM: Me lo bebería con los que se han quedado fuera del volumen. Tanto los que lo han hecho porque no cabían más (o, mejor dicho, no había tiempo de introducir a más y llegar a la fecha prevista de edición, aunque ya estaban seleccionados fragmentos de su obra y quizás entren en una hipotética futura edición donde se pueda ampliar el libro: Villoro, Puig, Piglia, Castellanos Moya, Donoso, Di Benedetto, Emar, Ibargüengoitia, Levrero, Lezama, Molloy, Pauls, Chejfec, Enrigue, Luiselli y tantos más..., por fortuna con muchos de ellos comparto tragos en mi vida, así que en ese sentido no me da tanta pena), como los que solicitaron ser excluidos de la lista por no comprender bien la idea del proyecto, que no es la de hacer una nómina de escritores con problemas de alcohol (y, en este caso, como es perfectamente comprensible, me guardaré los nombres). De todos modos, por suerte, vivo en una fiesta perpetua porque me paso la mayoría del tiempo leyendo. De no ser tan parecido al título del libro de Vargas Llosa este libro se habría podido llamar muy felizmente La fiesta perpetua.

MC: Entre tanta corrección política, ¿crees que el alcohol ha perdido peso en la literatura o, al contrario, son dos elementos que van a caminar siempre de la mano?
AJM: Creo que la incorrección política es algo constante y que la relación es y será perenne en nuestro país porque la clase política no tiene educación alguna. Ni vergüenza. En España tenemos que soportar la figura de un expresidente de gobierno, el más prolífico como autor si uno le echa un vistazo al registro del ISBN, que se lanza a ejercer de escritor con unas memorias que recuerdan mucho a las declaraciones que hizo borracho sobre las leyes destinadas a regular la conducción bajo los efectos del alcohol y otras sustancias. Partiendo de ese punto, qué te voy a decir, no creo que haya mucho espacio para lo políticamente correcto. No debería haberlo, sobre todo si se trata de hablar de ciertas cosas. Ya sé que no me preguntabas por esto, pero responder así es más interesante, ¿no crees?

Entrevista realizada por correo electrónico en noviembre de 2012